sábado, 16 de mayo de 2009

Epistemológicamente hablando
de tradiciones guerreras y de amigos


Régulo Cerezo

regulocerezo@hotmail.com


Agradeceré eternamente a mi Sensei José Francisco Arteaga el haberme vinculado e implicado en el mundo de las artes marciales, del Bushido y de las tradiciones Samurais. Desde Japón, en 1978, me envió una carta donde me habló del sonido de la flauta, producido sin el instrumento. Fui meditando esta imagen hasta llegar a la conclusión de que esto se refiere al MU, al aplauso con una sola mano, una profunda enseñanza de la filosofía antigua japonesa relacionada con los maestros ZEN. De esa imagen empecé a trabajar la poesía como el canto de un pájaro nunca visto pero del cual oímos continuamente su canto. Cuando tuve oportunidad de escuchar a Yehudi Menuhim y a Stephen Grappelli, en su disco, Strictly for the Birds, estaba escribiendo el Libro de los Pájaros y seguía esa intuición, combinada con el código de Don Juan Matus, referido por Carlos Castaneda, relacionado con el espacio, en donde no son importantes los objetos, si no los espacios entre ellos. En la música, según esto, no son importantes los sonidos, si no los silencios. En la poesía, la página en blanco y las palabras sólo son referencias a ese espacio. Por ellos escribí en homenaje a Menuhim y a los maestros de TAI CHI, cuando imitan la figura de quien suelta un canario agarrado por la cola y lo dispara lentamente al infinito:

¿Quién dispara silencios
con intervalos
soltando pájaros que se van?
Y, en relación con la página en blanco, para cerrar este ciclo largo, de treinta años, de haber recibido esa enseñanza tan profunda de José Francisco Arteaga y de más de veinte de haber conocido en México a Castaneda, escribí lo siguiente:
La flecha
Hace tiempo un guerrero impecable
disparó con su arco
la flecha inexorable
que viaja hacia más nunca
a través del silencio.
Impecable otro guerrero espera para iniciar su regreso.
Todas las tradiciones guerreras están vinculadas a un código. Los samuráis de los siglos XII al XVII japonés tenían su código estricto de comportamiento basado en el honor como la fuente de todo el arte de la vida. Katsumoto, en la película El último Samurai, al recordar el sueño con los ojos del tigre, sintió que le faltaba una frase para terminar un poema. Estaba contemplando las flores del Cerezo, Sakura, la flor del Japón y su poema se refería a la belleza soñada. Al final, cuando por honor debe hacerse el Sepuko, antes de morir, encuentra la frase: “son perfectos”. El samurái piensa que todo debe ser realizado con arte y con honor, no basta con hacer las cosas como sea, es necesario hacerlas con todo el corazón, para que la vida y el universo mantengan su equilibrio. En esto coinciden con los guerreros toltecas a los cuales se refieren los shamanes Carlos Castaneda y Miguel Ruiz en sus textos. El guerrero debe ser impecable y si falla debe aceptar los riesgos con honor, por amor a sí mismo y a su propio corazón.
Los Masones, los Rosacruces del siglo XVII, los caballeros Templarios, los caballeros de la Mesa Redonda, los guerreros de Gengis Khan, los soldados de Julio César, los amigos de Alejandro Magno y los guerreros de Simón Bolívar, de Miranda y de Páez, mantenían códigos estrictos de honor para combatir y para vivir.
Ouspensky, discípulo de Gurdjieff, hace referencia a un código aprendido de los Derviches danzantes de Persia y de tradiciones esotéricas rusas, según el cual, las personas deben trabajar con la conciencia de sí, a través de un proceso de observación psicológica para separar las funciones o roles donde nos movemos, a partir de los controles que ejercemos desde cuatro centros de la conciencia: intelectual, emocional, instintiva y motora; para llegar a una instancia superior , donde se desarrollará la conciencia objetiva, compuesta por un estado emocional superior y por un estado mental superior. Dice que esto no es una cuestión experimental si no un cambio de estado de conciencia.
Hago referencia a Ouspensky en esta síntesis, porque en ese texto: El cuarto camino, alude a las personas que por razones de experiencia y reacciones negativas y frustraciones, desarrollan imaginarios que les producen pérdida de energías y crean en su conciencia un centro imaginario, artificial, donde se generan emociones negativas. Cuando Melanie Klein se refiere a la teta amarga, como una de las causas de que algunas personas asuman conductas no éticas, se está refiriendo a esos casos, que parecen formarse desde el momento del nacimiento con el síndrome de la separación, cuando les cortan el ombligo y la experiencia del nacimiento se da en un ambiente doloroso. Entonces el niño queda marcado y evocará esto en cada situación donde se reactive ese comando que se irá convirtiendo a lo largo del tiempo en un centro imaginario de emociones negativas. Esto inducirá a esta persona a no tener códigos morales ni éticos y a vivir dentro de una autocomplacencia ficticia, acusando al mundo , a la sociedad y a los demás de todas sus desgracias. Según Ouspensky, estas personas obtienen todos sus placeres de las emociones negativas.
Hay sólo dos cosas que pueden compararse o verse en el hombre: la manifestación de las leyes mecánicas y la manifestación de la conciencia. Lo que llamamos: mal, es mecánico y lo que llamamos: bien, es consciente. La conciencia es una forma de comprensión emocional de la verdad en ciertas relaciones definidas. Y, finalmente, existe un centro de atracción magnético para quienes trabajan en la creación de sus centros mental y emocional superiores, a través de la literatura, la religión o la filosofía. Mientras que para los dormidos, no conscientes y víctimas de las circunstancias, tienden a manejarse en el mundo de lo material, del dinero y de la autocompasión.
Quien logra crear el centro magnético positivo, atrae a otras personas con sus idénticas inquietudes y de quienes puede aprender algo diferente y esto sólo puede darse por contacto directo.
Regreso al código samurái: mi encuentro con Kiko, es un hito en mis investigaciones. También otros que andan por el lado positivo reactivando esos códigos perdidos. Entre esos códigos es muy actual y necesario revisar el comportamiento de los pueblos antiguos, quienes hicieron de su cultura y de su vida un arte. Por toda esa belllezura (belleza con dulzura y ternura), recomiendo a quienes han sentido el impulso de abandonar el melodrama de la vida y la autocompasión, el leerse el libro más hermoso publicado en los últimos años, La historia de belleza, de Umberto Eco. Para percibir esta belleza se requiere del adiestramiento del alma, como lo han hecho durante siglos los maestros del tiro al blanco con arco de la tradición Zen, quienes aciertan el blanco aún con los ojos vendados. Todo aquel que ama y se entrega a la belleza, recibe el reconocimiento de los dioses y de allí deriva su honor. Quienes chuparon la teta amarga sufren y se van a los infiernos, como lo dijo Williams Blake:
Cada mañana cada noche
Alguien nace rumbo a la miseria
Cada noche cada mañana
alguien nace para el dulce gozo
Mientras otros se hunden en la noche eterna.
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© Régulo Cerezo
LA CASA DE ASTERIÓN
ISSN: 0124 - 9282
Ensayo
Revista Trimestral de Estudios Literarios
Volumen VII – Número 28
Enero-Febrero-Marzo de 2007
PROGRAMA DE HUMANIDADES Y LENGUA CASTELLANA
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS - FACULTAD DE EDUCACIÓN
UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO
Barranquilla - Colombia
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PORTADA
VOLUMEN VII - NÚMERO 28 --> -->

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